martes, 7 de mayo de 2013

Alfredo Bravo, militante socialista



E
l próximo 26 de mayo se cumplen diez años de la muerte de Alfredo Bravo, quien fuera el principal dirigente socialista desde la vuelta de la democracia hasta su fallecimiento en el 2003. Curiosamente este mérito estuvo ligado a hechos extrapartidarios. Algo aparentemente paradójico, pero sensato, dado el escaso activismo del partido socialista democrático en su época. Protagonizó la fundación de CTERA, confederación de los sindicatos docentes que hoy abarca a más de 600 mil trabajadores, donde fue su secretario general. También cumplió un rol destacado como militante de derechos humanos, participando en la fundación de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos), Por este motivo, en el año 1977, mientras daba clases, fue secuestrado y torturado por la dictadura militar. Años más tarde, mientras era entrevistado por Mariano Grondona, el periodista hace pasar al estudio de canal 9, sorpresivamente y de forma siniestra, a Miguel Etchecolatz, su torturador. Bravo se negó a debatir con él, repudiándolo como un asesino.
En el plano partidario, en los ochenta, Alfredo Bravo encabezó la renovación del Partido Socialista Democrático –PSD- . En este proceso, estuvo acompañado por una nueva camada de jóvenes, que reclamaba al partido una reforma moral e intelectual, y que luego formaron parte de su dirigencia (Jorge Rivas, Oscar González, Ariel Basteiro, Claudio Simone, etc.). De este modo, Bravo logró transformar el viejo PSD, rama de derecha y gorila del socialismo argentino ( al punto de tener embajadores en la última dictadura militar) en un dinámico partido de izquierda coherente y combativo. Fue diputado nacional entre 1991 y 2001, y en este último año, fue electo senador por la ciudad de Buenos Aires. Por último, en el año 2003, fue candidato a presidente por el recientemente conformado Partido Socialista.
Sin embargo, quizá por la riqueza de su militancia extrapartidaria y por la flaqueza ideológica histórica del PSD, Bravo nunca terminó de encuadrarse orgánicamente en la estructura partidaria y adoptar una “cultura de partido”. Obedeció más a su sentido común y a su propio esfuerzo; esto, en algunos momentos, lo llevaron a caer en un voluntarismo, peligro para un partido de izquierda. El ejemplo más claro de su limitación fue su militancia en los últimos años de su vida por la reunificación del PSD y el PSP en el PS. Este hecho, aunque simbólicamente importante, terminó llevando al sector del PSD a su peor crisis, dilapidando y dispersando su capital político, dejando al PSP de Binner, Giustiani y Cortina notablemente fortalecido.

Hoy, a diez años de su muerte, la figura de Alfredo Bravo se recuerda y destaca por su militancia excepcional. Como pocos, durante toda su vida mantuvo una coherencia con los ideales del socialismo y militó contra cada injusticia que se encontró. Por eso, es deber de los socialistas recordarlo como un referente histórico de nuestra tradición política.